EUROPA
PRESS
3 diciembre
2018
El
contacto con un compuesto presente en artículos de consumo diario puede dejar
una huella en las células epidérmicas
El contacto con el ácido perfluorooctanoico, un compuesto que se utiliza en muchos
artículos de consumo diario, puede dejar una huella en las células epidérmicas,
cuyas implicaciones a largo plazo para la salud humana deben ser estudiadas en
profundidad, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por
investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y que ha sido
publicado en 'Food and Chemical Toxicology'.
De hecho, distintos trabajos epidemiológicos vienen
alertando sobre la posible correlación entre la exposición diaria e
involuntaria a bajos niveles de contaminantes emergentes (CEs)
y la creciente tasa de aparición de algunas patologías, como enfermedades
neurodegenerativas, alteraciones del sistema respiratorio e inmune, desórdenes
metabólicos y endocrinos e incluso ciertos tipos de cáncer.
Se consideran contaminantes emergentes a un grupo de
compuestos químicamente heterogéneo, entre los que destacan fármacos y
productos de higiene personal, pirorretardantes
bromados, ésteres de ftalatos, drogas de abuso, compuestos perfluorados
y nanomateriales. Este hecho ha motivado que algunos CEs hayan sido incluidos en los listados de sustancias
prioritarias, consideradas especialmente peligrosas para la salud humana o el
medio ambiente.
Dentro de este grupo, se encuentra el ácido perfluorooctanoico o PFOA, también conocido como C8, un
compuesto perfluorado con un importante protagonismo
en diversos sectores industriales desde finales de los años 40. Debido a sus
características físico-químicas, que incluyen la resistencia a la fricción y al
calor, así como la capacidad para repeler el agua y el aceite, el PFOA ha sido
utilizado en numerosos artículos de consumo como prendas textiles y de cuero,
alfombras y tapicerías, utensilios de cocina y envases de alimentos,
cosméticos, productos de limpieza y espumas contra incendios.
No hace falta
tener una exposición constante
Ante este escenario, en el nuevo trabajo, en el que se ha
utilizado un modelo 'in vitro' de queratinocitos
humanos, las células predominantes en la epidermis, que es la capa más
superficial de la piel, se han evaluado los efectos citotóxicos causados por la
exposición dérmica al PFOA, observándose por primera vez que la exposición
puntual a una dosis moderada de PFOA parece ser suficiente para inducir roturas
de doble cadena de ADN, un peligroso tipo de lesión para las células humanas.
"Encontramos que, incluso después de un periodo de
recuperación de ocho días en ausencia del compuesto, dichas lesiones siguen
presentes. También observamos que los queratinocitos
desarrollan un fenotipo secretor asociado a senescencia, conocido como SASP.
Esto implica que no parece necesaria una exposición continua al PFOA para que
las células sufran daños de carácter persistente", han destacado los
autores.
A pesar de que desde 2015 el empleo y distribución de este
compuesto se encuentra estrictamente regulado y restringido tanto en la Unión
Europea como en Estados Unidos, se siguen detectando a día de hoy pequeños
niveles de PFOA en la sangre de la mayoría de la población humana de los países
industrializados. Esto se debe principalmente a que el compuesto, una vez
introducido en el organismo, no se metaboliza y tarda en eliminarse por la
orina una media de 3,5 años.